Historia del Callejón

"Somos los búhos blancos los
espectadores de la inmensidad del Valle
de Uco. Somos quienes guardamos las
historias que precedieron a nuestros vinos."



Desde el cielo, los viñedos son pueblos verdes, rodeados de desiertos que descansan al pie de los Andes. Líneas rectas que intentan domar la fuerza caótica de la naturaleza. Desde aquí́, las vides forman un sin fin de pequeños callejones. Es por las noches, y en estos recovecos, donde puedo entrever episodios prohibidos.  

Este es el lugar que he elegido para mí: alejado de la estancia, silencioso por las noches, mirando hacia el eterno Cerro Tupungato.

Una pareja me visita cada noche al salir las estrellas que es cuando estoy despierto. Se recuestan sobre la corteza de mi árbol en este callejón calmo y desolado. Se besan, se abrazan, se pierden en sus respectivos cuerpos.   

Siempre beben el mismo vino que los veo robar de una cava subterránea cercana.  

Parecerían ser el uno para el otro, si tales reglas estuviesen en su poder. Escucho historias, de tierras cercanas, padres enemistados, su sociedad marcando el supuesto destino de sus vidas y logro comprender por qué necesitan perderse dentro de estos desolados viñedos. Comparto su furia, su eterna tristeza, pero también comparto la belleza del desahogo. Al fin, es solamente cuando están conmigo que afloran sus entrelazadas esencias.  

Todo cambia el 7 de septiembre de 1965. Aquella noche, el escape de mis visitantes se vuelve permanente. La incesante locura de una vida binaria, de una sed insaciable, de buscar la luz en las sombras, se vuelve insoportable. Esa noche, empuñando su destino, se perdieron en un acto memorable.  

Se murmura que los amantes se fugaron y que dieron espacio a su amor en tierras prosperas. Pero también que entregaron su vida en un crimen que los liberó por no poder amarse.  

Sólo yo conozco el resultado de lo ocurrido. Agito mis blancas plumas y dejo atrás mi árbol solitario donde volveré́ cada noche para honrar su historia.